miércoles, 25 de septiembre de 2013

Chéjov: una breve esperanza

Iliá Repin. Procesión religiosa en Kursk Gubernia (1880).
   Pero en Zhúkovo, en esta Jolúyevka, se celebraba una auténtica fiesta religiosa. Eso sucedía en agosto, cuando por toda la comarca llevaban de pueblo en pueblo la Virgen de los Milagros. El día que la imagen tenía que llegar a Zhúkovo amaneció silencioso y nublado. Ya desde la mañana, las muchachas fueron a la iglesia, ataviadas con hermosos vestidos de fiesta y trajeron el icono por la tarde, en procesión y entre cantos. Desde la orilla sonaban las campanas. Una inmensa muchedumbre de lugareños y forasteros inundó la calle: ruido, polvo y apretujones… El viejo, la abuela y Kiriak no cesaban de extender las manos hacia la imagen, hacia la que dirigían sus ojos ávidos, diciendo entre sollozos:
   —¡Madre protectora! ¡Madre protectora!
   De pronto todos parecieron comprender que entre cielo y tierra no había un vacío, que no todo estaba en manos de los ricos y de los poderosos, que aún existía alguien que los defendiera contra las ofensas, la esclava servidumbre, la insoportable miseria y el terrible vodka.
   —¡Madre protectora! —sollozaba María— ¡Madre nuestra!
   Pero concluyó la ceremonia, se llevaron el icono y todo fue como antes. De nuevo llegaron de la taberna las voces ebrias y las blasfemias.


Antón Chéjov. Campesinos (1897).

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