martes, 13 de octubre de 2015

Dostoyevski: la armonía suprema

Mijaíl Nésterov. Retrato de Pavel Korin (1925).
Mientras me queda tiempo, procuro proteger mi posición y por esto renuncio por completo a la armonía suprema, que no vale las lágrimas ni de aquella sola niña atormentada que se daba golpes en el pecho con sus manitas, ¡y en su maloliente encierro rogaba al «Dios de los niños» con sus lágrimas imperdonables! Estas lágrimas no han sido expiadas. Han de serlo; de lo contrario, no puede haber armonía. Pero ¿cómo quieres expiarlas? ¿Acaso es posible? ¿Acaso por el castigo futuro? ¿Pero de qué me sirve el castigo, de qué me sirve el infierno para los verdugos, qué puede rectificar el infierno, cuando aquellos han sido ya torturados? Y qué armonía puede haber si existe el infierno: lo que quiero yo es perdonar, abrazar, y no que se sufra más. Y si los sufrimientos de los niños han ido a completar la suma de sufrimientos necesaria para comprar la verdad, yo afirmo de antemano que la verdad entera no vale semejante precio.


Fiódor Dostoyevski. Los hermanos Karamázov, libro quinto (1880).

No hay comentarios:

Publicar un comentario